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“Amor fati: que este sea de ahora en adelante mi amor”

—escribió Nietzsche. Con el nombre de amor fati es conocida la fatalidad predeterminada por el azar de la razón y sinrazón del amor; de la misma forma que el amor  obsesivo, la enfermedad del enamorado, recibió el nombre médico en el occidente latino de amor heros. Mientras que el

amor-pasión, subjetivo, ha sido motor germinativo y dialéctico de numerosas obras literarias y

artísticas, e incluso, de la diagnosis médica, como en el estudio pionero de Arnau de Vilanova en

el siglo XIII, el amor fati, con el que incomprensiblemente se confunde a menudo, tiene más

reputación moral, ya que donde en el uno, el amor febril tiene un delirio erótico, en el amor cortés el enamorado se somete a la persona amada. De hecho, el amor fati de corte clásico, es resituado, por la filosofía moderna de la liberación, lejos de cualquier predeterminación, como negación positiva de la historia en un presente permanente

en ascendencia circular. En el péndulo binario de la historia política y dela cultura entre predeterminación, destino u orden y libertad, o entre  ideal, norma y desenfreno, las religiones

y la ley, así como las ciencias, le han aplicado valores, normas y terapias a unas realidades escurridizas.  A pesar de ello, el predicamento en pro del amor libre en las vanguardias artísticas y el  redescubrimiento del propio cuerpo individual en los nuevos comportamientos del arte conceptual, paralelos a los estudios de género y la liberación feminista, fueron decantando el

arte de la representación más hacia la ruptura de la sintaxis y el dolor del cuerpo herido, que hacia  las narratividades de lo social.

Debemos a la artista Begoña Egurbide una aproximación distinta. En

lugar de continuar hurgando en el desmembramiento de la imagen, procura dar valor a la reunificación de los tiempos sometidos a la arbitrariedad de unas imágenes iniciales, con las cuales el espectador, como el autor, actúa. Como si el despierto estuviese dormido y la elección fuese posible. Así, gracias a los dispositivos abiertos del punto de vista en sistemas lineales, la consciencia convierte la miradaen una construcción sobre el aluvión de imágenes singularmente

arquetípicas.

Cada generación nombra y ve las mismas cosas de forma distinta, y al

hacerlo modificamos tanto el orden de la percepción como el orden de la comprensión y el comportamiento. Arts Santa Mònica, atento a la dinámica que se establece entre memoria

e innovación, creatividad y sociedad, celebra también la aproximación que a temáticas de orden subjetivo inscritas en la naturaleza —una naturaleza en este caso

sin pretendida evolución, sino como agotamiento—, hacen filósofos, psiquiatras, historiadores y

legisladores.

 

Vicenç Altaió. Director de Arts Santa Mònica

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