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Recorre la producción artística del siglo XX, un deseo de expandir la imagen más allá de sus límites, un deseo de interacción que permita al espectador responsabilizarse  de la mirada y de la representación.

Ese deseo  se ha visto perturbado por  la aparición invasiva de las herramientas digitales  y el  uso indiscriminado de las nuevas tecnologías que  domina  los distintos niveles narrativos desde  los que registramos e interpretamos la imagen; La tendencia habitual  a poner en imágenes lo existente, diluye la diferencia entre representación visual y visión. 

Sin embargo, y a pesar de lo dicho, para  hacer un retrato del mundo sigue siendo necesario  alejarse de él:  El problema no es la producción de imágenes sino  establecer un acuerdo con la existencia que nos permita una dirección, que nos permita hacer lo que  hacemos _pinturas, cuadros, videos, fotografías, instalaciones_ para encontrar un lugar en el que existir, un trayecto que  siempre  señala direcciones opuestas.

La Imagen Expandida responde al deseo de ver, y se deja llevar por la intuición que intenta dar forma al pensamiento poniendo en imágenes lo existente.

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